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Aug 17, 2010

Una histeria innecesaria, así como descabellada, 
abandoné cuando te vi.
Sentí estragos en el pecho, del más loco frenesí.
Abundancia de promesas, y una súplica de ayuda 
para ir juntos a la luna.

Pasional como sutil me arrebataste el cielo y lo adornaste.
Y con el tiempo me enseñaste qué es el amor, 
y que en la cama no hay restricción.
Hoy sé que no debe existir placer como admirarte reir.
Nunca va a haber otro 
hombre que me ame así.

Si ves que hago todo a prisa vas a ver una sonrisa
cuando esté por concluir.
Lo hago para estar más tiempo donde siempre soy feliz:
en tu espalda, que este día, ha de ser andén del tren
que me lleva hasta el Edén.


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